LA FELINICIDAD
Cuan sedosa y mimosa te insinúas
cuando a casa vuelvo por la tarde
a la gracia de tus garras me habitúas
mientras yo de ego hercúleo hago alarde.
Solo sé que al repetirte mis lisonjas
aunque fatuas merodean por la alcoba
percibiendo pues, que con tan buenas lonjas
al filete de mi hambre casi robas.
Te percibo además que tan desnuda
y apocando mi designio aventurero
me trastorna estar aquí si dejas muda
mi conciencia que requiere de “otro cuero”
Qué hacer enfrente tuyo cada noche
qué hurgar, qué remecer; que paso “roche”
meto y saco cada vez desde su estuche
a mi gata algo ambigua en su peluche.